Cuando un niño no recibe el amor que necesita, suele pasar por una montaña rusa emocional que nadie querría experimentar. Imagina por un momento a un pequeño preguntándose constantemente qué ha hecho mal para no ser debidamente amado. En lugar de enfocar su rabia en los padres, estas criaturas terminan echándose la culpa a sí mismas. Sí, suena injusto, pero es la cruda realidad para muchos.
Ese sentimiento de no ser lo suficientemente buenos puede tener dos caminos. Algunos niños optan por volverse perfeccionistas, esforzándose más de la cuenta en la escuela, intentando llenar ese vacío emocional con logros académicos. Otros, sin embargo, deciden dar el paso contrario y asumir comportamientos antisociales como una especie de grito silencioso de angustia. Y creedme, ninguna de estas vías resulta ser un billete de salida de ese círculo vicioso.
El quid de la cuestión es entender que estos niños no tienen la culpa de nada. El daño está hecho por la falta de afecto y no por algo malo en ellos. Necesitan darse cuenta de que no hay nada intrínsecamente erróneo en su ser.
Para quienes buscan fomentar un ambiente de amor y reconocimiento, o para los padres que deseen una guía, es crucial brindar siempre apoyo emocional genuino. Los niños necesitan saber que son amados incondicionalmente. Si queréis más información para aprender cómo hacerlo de manera divertida y efectiva, podéis visitar JeiJoLand. En nuestra web nos enfocamos en el aprendizaje mediante la diversión, y os prometo que podréis encontrar recursos que os ayudarán en esta misión.