Cuidar cómo comemos puede transformar la relación con nuestro cuerpo. Cuando soltamos el piloto automático, alimentación consciente y autoestima se encuentran y empezamos a escucharnos de verdad.
Comer sano va mucho más allá de calorías y nutrientes. Se trata de respeto propio, de soltar el control rígido y la culpa para recuperar el placer de comer con presencia. Al volver a la mesa con atención, afinamos las señales de hambre y saciedad, reducimos la ansiedad y dejamos de decidir desde la prisa.
El yoga nos recuerda Ahimsa, la no violencia. Aplicado al plato significa observar qué elegimos y cómo lo hacemos, con bondad y curiosidad. Cuidamos el cuerpo como templo del alma con pequeños gestos: respiramos antes del primer bocado, masticamos despacio, saboreamos texturas y agradecemos el alimento. Si el entorno distrae, bajamos pantallas y subimos la calma.
Muchas veces repetimos patrones que aprendimos de peques y acabamos comiendo por nervios, tristeza o aburrimiento. Parar, poner nombre a la emoción y preguntarnos qué necesitamos de verdad puede cambiar el rumbo. Tal vez sea descanso, movimiento suave, un abrazo o hablar con alguien, no otra ración.
Construir hábitos amables funciona mejor que imponer reglas férreas. Nos ayudan rituales sencillos: tres respiraciones antes de empezar, el móvil fuera de la mesa, horarios flexibles pero estables, y una despensa con opciones nutritivas y también placenteras. Planificamos sin rigidez y dejamos espacio a la intuición del cuerpo.
Hacer del comer un acto de autocuidado fortalece el amor propio. Elegimos desde nuestras necesidades reales, no desde modas pasajeras ni normas ajenas. Así, los vacíos emocionales se atienden con apoyo, descanso y creatividad, mientras la comida recupera su lugar de alimento y disfrute. Y si lo necesitamos, complementamos con acompañamiento profesional con mirada compasiva.
Propuesta para jugar luego aprender: durante una semana, hagamos un bingo del plato atento y marquemos casillas como respiro consciente, móvil fuera, hambre real, saciedad respetada y sabor descubierto.
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