Sentir que no somos suficientes puede nacer en la infancia y crecer con la mirada ajena. Con autoestima y yoga aprendemos a reconocer nuestro valor desde dentro y a soltar la búsqueda agotadora de aprobación.
La herida de la valía se forma cuando confundimos afecto con rendimiento y atención con obediencia. Para sentirnos seguros aprendemos a complacer y a ganar aplausos, y de ahí brotan la autoexigencia y el perfeccionismo que nos dejan cansados y desconectados de lo que necesitamos.
En la adultez ese patrón se traduce en hacer más, mejor y perfecto, por miedo a fallar. El coste es alto: ansiedad, miedo a la crítica, dificultad para poner límites y una voz interna que nunca queda satisfecha. No es falta de talento, es exceso de evaluación externa.
La filosofía del yoga nos recuerda que nuestra naturaleza es completa. No hay nada que demostrar para merecer respeto y cuidado. Practicar atención plena, compasión y contento nos devuelve al centro, donde el reconocimiento nace en silencio y no depende del pulgar hacia arriba de nadie.
En lo práctico empezamos suave. Respiración consciente para calmar el sistema nervioso. Posturas de pie para sentir arraigo. Relajación final para soltar la tensión de hacer. Meditación corta para observar al crítico interior sin pelear. Diario de gratitud y lista de logros reales, por pequeños que parezcan. Y, sobre todo, constancia amable.
Sumamos vida fuera del mat: decir no cuando toca, pedir ayuda sin culpa, cultivar amistades nutritivas y elegir descanso antes que castigo. Con estas bases la autoestima se vuelve sólida, libre y luminosa.
Si queremos profundizar, un curso para aprender a valorarnos y a construir una autoestima real puede guiarnos con pasos claros y acompañamiento.
Propuesta lúdica: durante una semana creamos un bingo de autocuidado. Cada día marcamos tres casillas sencillas respirar, anotar un logro y poner un límite amable. Si completamos línea, celebramos con un paseo o una canción.
¿Nos sumamos al viaje de dentro hacia fuera? Visitemos JeiJoLand y sigamos aprendiendo mientras jugamos.