Vivimos rodeados de código, aunque a menudo no seamos conscientes de ello. Desde los teléfonos hasta los electrodomésticos, casi todo tiene una dosis de software en su interior. Incluso los test de embarazo incluyen programación para interpretar los resultados. Sin embargo, mucha gente no sabe qué es un algoritmo ni cómo funciona la programación. Vamos a sumergirnos en este mundo explorando una de sus bases más importantes la ordenación de datos.
Para entender mejor este proceso, imaginemos que tenemos un grupo de brazos robóticos intentando organizar cajas numeradas. Este ejemplo nos ayuda a visualizar cómo un procesador ordena datos en la memoria. Uno de los métodos más intuitivos es la ordenación por inserción. En este método, cada número se compara con los anteriores para insertarse en el lugar adecuado. Aunque resulta sencillo de entender, su eficiencia deja que desear cuando los datos no están ya medio ordenados. Su complejidad temporal, analizada con la notación Big O, varía entre O de ene en el mejor caso y O de ene al cuadrado en el peor. Es decir, a medida que aumentan los datos, este algoritmo puede ralentizarse considerablemente.
Otro método conocido es el Bubble Sort o algoritmo de la burbuja. Aquí, los valores se comparan entre sí e intercambian posiciones si es necesario para que los datos vayan flotando hasta su lugar correcto, como burbujas en el agua. Aunque su implementación es fácil de entender, su rendimiento también es bastante pobre en casos de grandes volúmenes de información, con una complejidad temporal de O de ene al cuadrado en la mayoría de los escenarios.
La eficiencia de estos algoritmos es una parte clave del desarrollo de software. Comprender cómo medir y analizar su rendimiento nos ayuda a escoger la mejor herramienta según la necesidad. Si te ha picado la curiosidad y quieres seguir aprendiendo de forma amena, no te pierdas todo el contenido que tenemos preparado en JeiJoLand.