Nuestra mente, pensamientos, creencias, cuerpo y emociones son aspectos cambiantes que no definen nuestra verdadera esencia. En lugar de identificarnos con ellos, podemos reconocer que somos la consciencia que observa todo sin apegarse ni resistirse. Al hacerlo, dejamos de luchar internamente y aprendemos a aceptar tanto la luz como la oscuridad en nosotros.

El ego nos lleva a construir una imagen de lo que creemos que deberíamos ser, ocultando aspectos que consideramos negativos. Sin embargo, al abrazar nuestra totalidad sin juicio, desarrollamos una autoobservación amorosa y neutral. Este enfoque nos permite liberarnos de las defensas artificiales y mostrarnos de manera más auténtica y vulnerable.

Aumentar nuestra energía vital y vivir con consciencia nos ayuda a lograr una comprensión más profunda de nosotros mismos. En lugar de reaccionar desde el miedo o la necesidad de encajar, aprendemos a aceptarnos con compasión, desarrollando mayor paz interior y bienestar.

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