El símbolo de «Coexistencia» nos invita a reflexionar sobre la diversidad religiosa y su búsqueda de paz y tolerancia. Sin embargo, no incluye todas las religiones del mundo, mostrando cómo la historia ha categorizado las creencias con una fuerte influencia occidental, especialmente bajo el modelo cristiano. Durante la Reforma Protestante en el siglo dieciséis, se definió el concepto de religión de una manera que se asemejara al cristianismo. Esto hizo que muchas tradiciones quedaran fuera de esta definición.

Cuando los colonizadores europeos llegaron a América y África, a menudo consideraban que las culturas locales carecían de religión. Esto fue usado como una justificación para la colonización. A pesar de que el cristianismo se expandió globalmente, las tradiciones indígenas también dejaron su huella en él. Ya en el siglo veinte, los académicos empezaron a reconocer otras tradiciones como religiones, aunque solían clasificarlas de manera jerárquica, con algunas marginadas.

El concepto inmutable de religión propicia estereotipos y malentendidos que pueden resultar peligrosos. La persecución a los sijs, por ejemplo, muestra que el desconocimiento puede tener consecuencias mortales. Además, algunas interpretaciones religiosas han sido usadas para justificar políticas de exclusión.

Las religiones son dinámicas, con influencias recíprocas, y es un error verlas como estructuras rígidas. Al cuestionar las categorías que hemos creado, podemos entender mejor cómo funcionan en sociedad y quién se beneficia de ciertos conceptos. Esta introspección desafía ideas preconcebidas y busca encontrar valores comunes entre diversas tradiciones.

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