El cine y el contenido audiovisual están viviendo tiempos emocionantes gracias a la irrupción de la inteligencia artificial. Si bien muchos piensan en Netflix como el gigante del streaming, no todos saben que este coloso también utiliza la IA para ofrecer una experiencia personalizada a sus usuarios. Imagina abrir Netflix y recibir sugerencias de películas que parecen leídas a la perfección por un amigo que te conoce como la palma de su mano. Eso es cortesía de la inteligencia artificial. Cada vez que eliges, paulas o abandonas una película puedes estar seguro de que hay un algoritmo tomando buena nota.
No solo hablamos de recomendaciones. La IA generativa se está colando en la creación de elementos visuales como carteles o sinopsis de películas, diseñados a medida para cada usuario. ¿Te gustan las comedias románticas? ¡Zas! Cartel de película con corazones. ¿Prefieres el thriller oscuro? Cartel sombrío al canto. Parecería magia de la buena, pero es tecnología al servicio del séptimo arte.
Y aunque suene ciencia ficción, la IA también está intentando echar una mano en la propia creación de contenido. La redacción de guiones es una tierra prometida para los desarrolladores de IA, pero todavía no hemos llegado al punto donde Skynet escriba el próximo éxito de taquilla. Las historias aún necesitan ese toquecillo humano que las haga vibrar. Sin embargo, en la animación, la cosa cambia. Imagina un equipo que necesite menos manos gracias al trabajo mecánico hecho por inteligencias artificiales. Eso es ahorro de recursos y, lo más importante, ¡tiempo para lo creativo!
Además de facilitar procesos, la IA se está asomando a la creación de vídeos. Con los deepfakes, la post-producción promete ser un campo donde las posibilidades son casi tan amplias como miedosamente impactantes. La generación de contenido se está empezando a democratizar. Pronto, con menos recursos, más personas podrán sacar su Spielberg interior y tomar el escenario audiovisual.
Por supuesto, con gran poder viene gran responsabilidad. Los actores sintéticos y las implicaciones éticas de estas tecnologías están sobre la mesa de debate. Podrían revolucionar (¡o torpedear!) las bases de la industria tal como la conocemos. Pero, ¿quién sabe? Puede que el cine del futuro sea un lugar donde las tecnologías inmersivas nos hagan parte de la historia en lugar de simples espectadores.
Si estas ideas os han despertado la curiosidad por cómo la diversión puede ser una herramienta de aprendizaje, no dudéis en visitar JeiJoLand. Quién sabe, puede ser vuestro primer paso hacia una nueva forma de experimentar el entretenimiento.