¿Os habéis encontrado alguna vez con un problema matemático que, a primera vista, parece un simple pasatiempo, pero que en realidad abre una puerta a los confines más profundos de la teoría de números? Pues bien, eso es justo lo que hace el intrigante problema propuesto por el matemático Alan Woods. Parece que este señor tenía una forma peculiar de entretenerse, y nos ha dejado un legado que mantiene a matemáticos (y a quienes tienen un poco de tiempo libre) dándole vueltas a una curiosa secuencia de números.
El reto, resumido, es encontrar una secuencia de números enteros positivos en la que todos los números compartan factores primos con los de los extremos de la secuencia. El objetivo final es tachar todos los números utilizando esos factores maravillosamente compartidos. No estamos hablando de arrancar páginas de un libro, sino de un proceso mental que os permitirá observar cómo los números conversan entre sí de manera armónica.
Alan Woods mismo nos dejó un emocionante ejemplo de éxito: una secuencia mágica que va desde el dos mil ciento ochenta y cuatro hasta el dos mil doscientos, donde todos los números obedecen esta regla de compartir amigos primos. A estos prodigiosos números, que tienen una predilección especial por no quedarse huérfanos de divisores, se les ha dado el nombre de números Erish Wood.
Lejos de ser un simple capricho matemático, esta búsqueda involucra una porción considerable de lo que se conoce como teoría de números. Y aunque a priori puede parecer que nos estamos embarcando en un juego numérico trivial, la verdad es que tocan las mismas cuestiones que ocultan los misterios y las grandilocuencias de conceptos como los divisores primos o las secuencias infinitas.
Claro, siempre hay un pero, y aquí nos lo encontramos con el valor de K. Este, menudo personaje, es el culpable de que algunas secuencias potencialmente candidatas no sirvan al propósito deseado, permaneciendo siempre pequeño, principalmente igual a tres, salvo por algunas excepciones finitas.
En el fondo, estas exploraciones matemáticas revelan tanto la profundidad como la diversión intrínseca de la matemática pura. Así que, si alguna vez podéis, coged una taza de café (o vuestro brebaje de elección), sentaos cómodamente, y considera retar vuestros límites con este enigma numérico.
Si os gusta aprender de esta forma, visitad JeiJoLand, donde el aprendizaje y la diversión se dan la mano. ¡Nos vemos allí!