Aprender a lavarnos las manos puede ser divertido si lo contamos con humor y personajes peludos. Con el señor Panda descubrimos porque la higiene de manos nos cuida y evita contagios.
En el cuento, el señor Panda llega con rosquillas y lanza una pregunta antes de repartir. Tenemos las manos limpias. Sus amistades presumen de orejas brillantes o colas impecables, pero los microbios se quedan en las manos, invisibles y dispuestos a fastidiar. La idea central es clara y directa. lavarnos antes de comer y después de actividades sucias para proteger nuestra salud y la de quienes nos rodean.
¿Cómo lo hacemos bien sin complicarnos. Primero mojamos con agua, añadimos jabón y frotamos con ganas. Palmas con palmas, dorso de cada mano, entre los dedos, alrededor de los pulgares, debajo de las uñas y hasta las muñecas. Contamos hasta veinte al ritmo de una canción corta. Aclaramos con agua y nos secamos con una toalla limpia o papel. Si podemos, cerramos el grifo con el papel y listo. Manos listas para rosquillas o para lo que toque.
¿Cuándo conviene lavarnos. Antes de comer o cocinar, después de ir al baño, al sonarnos o toser, tras jugar con mascotas, al volver del parque o del cole, después de tocar basura o superficies compartidas y siempre que las veamos sucias. Mejor si lo convertimos en un hábito automático, como atarnos los cordones.
Si estamos con peques, ayuda muchísimo cantar una canción breve, usar un temporizador y colgar un póster con los pasos en el baño. Un taburete para llegar al grifo, jabón con un aroma simpático y toallas personales marcan la diferencia. Modelamos con el ejemplo y reforzamos el por favor y gracias que nos recuerda el señor Panda. Un toque de humor y mucha constancia.
Propuesta para jugar. organizamos el reto de la rosquilla limpia. Cada lavado correcto suma una pegatina. Al llegar a cinco, elegimos cuento o baile de celebración. Simple, motivador y efectivo.
¿Nos sumamos a aprender jugando y a cuidarnos cada día. Visitemos JeiJoLand y encontremos más ideas prácticas y entretenidas.