Tras pasar seis años inmerso en la gestión como jefe de departamento, el profesor y astrónomo Mike Merrifield se dió cuenta de que el universo de la administración había devorado su tiempo para la investigación. Sumado a algunos problemas de salud y una pandemia que se alió con las estrellas en 2020 para poner freno a sus planes, Mike decidió que era el momento de dar un paso al lado y reordenar su constelación de prioridades. Hoy, con el título de profesor emérito en su poder, Mike sigue orbitando en el mundo académico supervisando a estudiantes de doctorado y dándole los últimos retoques a sus artículos. Pero ahora, sin horarios de cuarenta horas clavados a la semana, sus horas pasan también entre paisajes capturados por la lente de su cámara y enredándose con cables en sus proyectos de electrónica. Es un gran cambio para alguien acostumbrado a explorar más las estrellas que sus propios hobbies. La historia de Mike nos recuerda que incluso los más asiduos exploradores del cosmos pueden encontrar mucho que descubrir en su propio planeta. En un ejercicio de equilibrio que muchos de nosotros podríamos envidiar, Mike sigue cultivando su pasión por el conocimiento mientras redescubre aquello que le hace sonreír detrás del objetivo de una cámara. ¿Cómo podríamos aplicar esto de manera gamificada? Proponemos un juego de constelaciones cotidianas. Cada semana, identifica tres pequeñas estrellas en tu vida cotidiana que te aporten felicidad o aprendizaje: esa charla con un amigo, una fotografía improvisada o un nuevo circuito electrónico pavimentando el camino a una idea brillante. Al final del mes, reúne todas tus constelaciones personales y reflexiona sobre el mapa estelar que has creado. Quizás descubras que hay más galaxias brillando en tu día a día de las que jamás hubieras imaginado. Si te interesa más sobre cómo aprendemos jugando, no dudes en visitar JeiJoLand, donde el aprendizaje y la diversión son las dos caras de una misma moneda.